Esta noche estoy dedicando más tiempo de lo normal a “leer” a un hombre. Pensar en él no es muy sano. Se me amontonan las preguntas que le haría, también las dudas y me lleno la cabeza de nombres que decirle, y una pregunta muy recurrente: ¿por qué? Él tiene ese aire inglés que tanto me gusta, ojos pequeños, dientes imperfectos, modales imperfectos y una voz que podría escuchar todo el día sin mirar el reloj. Se salta las reglas, pero es un caballero que sabe tratar a una dama aunque reconoce: “nunca me he casado y considero que he hecho lo correcto. No creo que pueda vivir con nadie nunca más. Lo aterrador no es tanto que tengas que dar explicaciones de adónde vas o de por qué llegas a las tres de la mañana a casa, sino el tener siempre un testigo de las cosas más insignificantes…” La gente como tú necesita mucho tiempo y espacio, pero reconozco que me encantaría ser testigo de un día de tu vida. Desordenar tu sistema, tomar un café y “tocar” con mis manos y mis ojos que alguien que escribe así es real. Pasar una noche en vela a tu lado, prometo ocupar poco y molestar menos, sólo quiero sentir tu literatura a fondo y digo tu literatura porque es la única que soy capaz de leer con gusto a pesar de que llevo estudiando esta materia cuatro años de mi vida, yo me quedo con la tuya. No necesito otro idioma, otro autor, otro país, contigo me basta y me sobra. También quiero mirarte mientras piensas y quiero hacerlo mientras combinas y eliges las palabras que disfrutaré con tu próxima novela. Palabra y más palabras, las tuyas son como máximas que grabo en mi memoria. J.Marías, mi inspiración, mi mito vivo, mi autor de cabecera, mi paradigma a seguir…
Gracia Rodríguez-
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